Misión Calpe: ciencia y corazón para limpiar el mar
Los pescadores llaman “El brut d’Ifac” a un área submarina situada justo a los pies del peñón que domina la población alicantina de Calpe. La traducción aproximada de esta expresión sería algo así como “La escombrera de Ifach”.
El Penyal d'Ifac es un gigante calcáreo de más de 300 metros que se formó durante unos 300 millones de años, tras la elevación de ese entorno, antes sumergido todo bajo el agua.
Dentro de un tiempo, los científicos del futuro podrían ver entre estrato y estrato, además de muestras de fauna y flora prehistóricas locales calcificadas, otros vestigios ya más de nuestro tiempo: ruedas de coche, baterías eléctricas, tuberías, redes marinas de material plástico y desechos de todo tipo.
Toneladas y toneladas de basura que seguirán donde están o que acabarán en nuestro organismo en forma de microplásticos si nadie le pone remedio.

Jorghé Van Hecke, Vista del Peñon de Ifach, playa de Calpe. © Creative Commons Attribution-Share Alike 4.0 International license.
Por suerte, muy cerca de allí, a la sombra de este gigante de piedra, se encuentra la estación marina del IMEDMAR, el Instituto de Investigación en Medio Ambiente y Ciencia Marina de la Universidad Católica de Valencia (UCV).
En 2024 este centro de referencia para la investigación marina realizó un trabajo para la Dirección General de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Conselleria d'Agricultura, Desenvolupament Rural, Emergència Climàtica i Transició Ecològica de la Generalitat Valenciana, que acabaría siendo clave en toda esta historia.
Gravity Wave, una ola de esperanza
En Calpe está también la sede de Gravity Wave, una empresa consagrada a la lucha contra la contaminación marítima con la que B100 colabora desde sus inicios: son quienes se encargan de recoger y reciclar plástico cada vez que los clientes de B100 realizan un pago con tarjeta.
Después de acciones en todo el litoral español, incluso en países como Grecia y Egipto, el equipo de Gravity Wave se encontró en aquel 2024 con un trabajo científico de unos vecinos que no solo documentaba la localización exacta de la basura, sino que incluso proponía una metodología de actuación para intervenir sin perjudicar el entorno, algo fundamental para ejecutar una acción como esta sin causar daño.
Vamos, un absoluto regalo para un equipo entregado en cuerpo y alma en echarse al mar para salvarlo.

La misión
La experiencia en misiones anteriores hizo más fácil diseñar un plan de actuación, más aún con la ayuda del documento del IMEDMAR.
Después de una fase previa de preparación (que entre otras muchas cosas incluía la petición de permisos a las diferentes instituciones afectadas), el trabajo de campo se organizó en dos etapas: un trabajo previo de localización y balizamiento y dos jornadas de extracción.
Las primeras inmersiones, además de delimitar las zonas de trabajo y decidir la estrategia de ataque de los días siguientes, sirvieron para ver las verdaderas dimensiones de ese “Brut d’Ifac”.
Las caras de los buceadores reflejaban la gravedad de lo que sucedía entre 15 y 30 metros de profundidad: joyas de la fauna y la flora mediterránea conviviendo en difícil equilibrio con todo tipo de desechos.

Un legado donde todo (y todas las personas) suman
Ya en los días siguientes, y con la ayuda de un barco grúa que aportaría el músculo necesario, la Misión Calpe pudo ponerse manos a la obra. Entre lo rescatado, una red fantasma de más de 400 metros de largo que seguía siendo una trampa mortal para multitud de especies y que de no haber sido recuperada, seguiría contaminando la dieta de la rica fauna marina local con microplásticos.
Esta misión ha sido posible por la colaboración ejemplar entre ciencia (IMEDMAR), empresa privada (B100 The Healthy Banking y VISA) y una organización vocacional como Gravity Wave.

Lo que han ayudado a conseguir los clientes de B100 no es solo una cifra, es un acto de salvación. Con su apoyo, hemos podido arrancar de las profundidades una red fantasma de más de 400 metros de longitud. Una amenaza para innumerables especies, que de seguir allí, se habría desintegrado lentamente suponiendo una condena silenciosa para toda la fauna marina.
Cada pago con las tarjetas de B100 se ha transformado en los recursos necesarios para levantar esa red, en la logística que coordina el barco grúa y en la ciencia que guía la acción.
Y todo ello ha sido posible gracias a las clientas y clientes de B100 que limpian el mar.